Xuss Català i Bolufer

Como la espada láser de Luke Skywalker o el látigo de Indiana Jones, el DeLorean DCM-12 que Doc Emmett Brown convierte en una máquina del tiempo para viajar al pasado y el futuro junto con Marty McFly en la trilogía de Robert Zemeckis Regreso al futuro, es mucho más que un coche. Es un icono que por sí mismo representa toda una época, esos años ochenta que ahora muchos reivindican desde una nostalgia audiovisual que conquista nuevas generaciones. En aquellas tres inolvidables películas producidas por Steven Spielberg, se utilizaron un total de siete DeLorean, además de un par de réplicas en fibra de vidrio a tamaño real para simular algunas escenas. Aquel coche fue el sueño de John DeLorean, un tipo extraño en la rígida industria del automóvil estadounidense, capaz de convencer a personajes tan dispares como Sammy Davis Junior y Margaret Thatcher para que invirtieran en su empresa. Cuando murió en 2005 el New York Times le dedicó un obituario bautizándole como el padre de los coches con glamour: “era un personaje anómalo en una industria dominada por ejecutivos encorbatados. Se tiñó el pelo de negro, llevaba camisas desabrochadas, se casó con una starlet adolescente y más tarde modelo (Cristina Ferrare) y se convirtió en un prodigio del autobombo”.

Más allá de la figura de su creador (en sí mismo también merecedor de una biografía cinematográfica que, de hecho, tiene) el coche en el que se instaló el fabuloso condensador de fluzo (o flujo) es todavía hoy en día un vehículo deseado y admirado a partes iguales por los amantes del cine y del motor. En España hay aproximadamente 30 DeLorean DCM-12, por lo que subirse a uno de ellos y conducirlo es un privilegio que muy pocos pueden tener. Rai Robledo, nuestro especialista en motor, ha estado en Valencia para mostrarnos cómo suena hoy el motor de este coche icónico y ha hablado con su propietario, alguien tan apasionado por Regreso al futuro que a nadie podría extrañarle que un día consiga desentrañar el gran secreto que jamás se revela en las películas: cuál es el funcionamiento exacto de la máquina del tiempo.

Como la espada láser de Luke Skywalker o el látigo de Indiana Jones, el DeLorean DCM-12 que Doc Emmett Brown convierte en una máquina del tiempo para viajar al pasado y el futuro junto con Marty McFly en la trilogía de Robert Zemeckis Regreso al futuro, es mucho más que un coche. Es un icono que por sí mismo representa toda una época, esos años ochenta que ahora muchos reivindican desde una nostalgia audiovisual que conquista nuevas generaciones. En aquellas tres inolvidables películas producidas por Steven Spielberg, se utilizaron un total de siete DeLorean, además de un par de réplicas en fibra de vidrio a tamaño real para simular algunas escenas. Aquel coche fue el sueño de John DeLorean, un tipo extraño en la rígida industria del automóvil estadounidense, capaz de convencer a personajes tan dispares como Sammy Davis Junior y Margaret Thatcher para que invirtieran en su empresa. Cuando murió en 2005 el New York Times le dedicó un obituario bautizándole como el padre de los coches con glamour: “era un personaje anómalo en una industria dominada por ejecutivos encorbatados. Se tiñó el pelo de negro, llevaba camisas desabrochadas, se casó con una starlet adolescente y más tarde modelo (Cristina Ferrare) y se convirtió en un prodigio del autobombo”.

Más allá de la figura de su creador (en sí mismo también merecedor de una biografía cinematográfica que, de hecho, tiene) el coche en el que se instaló el fabuloso condensador de fluzo (o flujo) es todavía hoy en día un vehículo deseado y admirado a partes iguales por los amantes del cine y del motor. En España hay aproximadamente 30 DeLorean DCM-12, por lo que subirse a uno de ellos y conducirlo es un privilegio que muy pocos pueden tener. Rai Robledo, nuestro especialista en motor, ha estado en Valencia para mostrarnos cómo suena hoy el motor de este coche icónico y ha hablado con su propietario, alguien tan apasionado por Regreso al futuro que a nadie podría extrañarle que un día consiga desentrañar el gran secreto que jamás se revela en las películas: cuál es el funcionamiento exacto de la máquina del tiempo.

Durante la Segunda Guerra Mundial los aliados crearon un equipo de 400 personas, entre expertos y militares, para intentar salvar de la guerra y el expolio monumentos y obras de arte.
El nombre oficial era “Programa de Monumentos, arte y archivos”, aunque después de la película de 2014 protagonizada por George Clooney son conocidos popularmente como los “Monument men”. Con esa vocación trabaja Factum Arte y la Factum Foundation.
Con sede en Madrid y Londres trabajan en crear copias exactas del patrimonio histórico y obras de arte en cualquier parte del mundo. El objetivo de crear estas reproducciones es que podamos seguir disfrutando del arte pero pensando en la supervivencia de los originales.
Factum es artífice, por ejemplo, del facsímil de la tumba de Tutankamon que se puede visitar en el Valle de los reyes y que sirve para preservar del deterioro la original, situada a unos metros de distancia.

En España, Factum es la empresa que realizó la copia idéntica de la Dama de Elche y en estos momentos realiza un facsímil de «La vieja friendo huevos» de Diego Velázquez para la casa natal del pintor en Sevilla.
La compañía diseña sus propios robots para realizar esos facsímiles.
Uno de ellos, llamada Lucida, es un escáner 3D diseñado por el ingeniero y artista plástico español Manuel Franquelo para la Fundación Factum Arte. Gracias a esta sofisticada herramienta ya han escaneado y creado facsímiles de casi 200 obras en museos de todo el mundo, algunos tan prestigiosos como la National Gallery de Washington, el Louvre o el Prado.
Lucida no está sola en su tarea de crear copias exactas de algunas de las obras de arte más importantes del mundo. También está la máquina Verónica en esta tarea. En este caso se trata de un escáner coreográfico que captura en tres dimensiones y alta resolución cualquier objeto, permitiendo digitalizarlo y hacer copias exactas de, por ejemplo, esculturas.
Alonso Trenado ha visitado los talleres de la fundación para entender el proceso y, de paso, crearse un clon perfecto…

El refranero español es prolijo en refranes que hacen referencia a la climatología: “en abril, aguas mil”, “en agosto, si llueve, frío en el rostro”, “en febrero, busca la sombra el perro”… y así hasta completar un sinfín de aforismos de la denominada sabiduría popular. Algunos de estos refranes no pasan de ser un mero chascarrillo, pero la mayoría tienen una base científica sustentada en muchos años de observación meteorológica por necesidad. Normal cuando tantas actividades económicas de vital importancia en muchas regiones dependen de algo a veces tan caprichoso como el clima. Si antes era mayoritariamente por las actividades agrícolas, en la actualidad se trata, sobre todo, del turismo. Tanto es así, que todos recordamos serias polémicas cuando asociaciones de empresarios e incluso cargos públicos han cargado contra los meteorólogos por lo que, consideraban, era una animadversión hacia ciertas regiones que les llevaba a hacer pronósticos poco favorables en épocas vacacionales.

Hace no tanto, para saber el tiempo que nos esperaba había que entregarse a los designios de las mujeres y hombres del tiempo que, en radios y televisiones, como oráculos modernos, interpretaban un mapa repletos de isobaras, borrascas y anticiclones. La precisión era la que era, es decir, que nos fiábamos de aquellos meteorólogos sin dudarlo y aceptábamos que las áreas geográficas fueran tan extensas como una provincia entera. Hoy en cambio, todos llevamos un meteorólogo en el bolsillo y nos hemos acostumbrado a consultarlo varias veces al día para saber si tenemos que llevar el paraguas al trabajo o si será necesario echar una chaqueta en la mochila al salir de casa. No hay nadie que no tenga instalada una o varias aplicaciones meteorológicas en su smartphone, así que la pregunta que debemos hacernos es… ¿realmente funcionan o hemos pasado de creer al hombre del tiempo a hacer caso a una app?

América Valenzuela ha recurrido a Emilio Rey, divulgador y uno de los fundadores de Digitalmeteo, para probar juntos tres de las aplicaciones de predicción meteorológica más populares de mercado. Juntos, nos cuentan cuál es la que mejor funciona…

Sobre el terreno de juego Esteban Granero es de los futbolistas que rechazan el pelotazo impetuoso. Lo suyo siempre ha sido el fútbol de toque, la asociación, el tirar paredes y el jugar con la cabeza levantada oteando el horizonte. Uno de esos jugadores que levantan admiración pero que demasiadas veces resultan sospechosos para los aficionados que prefieren la fogosidad a la clase. Durante 14 años Granero se ha mantenido en la élite del fútbol profesional jugando en varios equipos de La Liga (Real Madrid, Getafe, Real Sociedad y Espanyol) y con una breve experiencia en la Premier inglesa (en el Queens Park Rangers). Fuera del campo el “Pirata” ha sido un futbolista atípico: estudiante de Psicología y lector empedernido, admirador de Kafka y de Woody Allen, amigo del rockero Leiva… Granero nunca se ajustó a la imagen (muchas veces injustamente estereotipada) de jovenzuelo millonario estrafalario y bruto. Esa doble dimensión de deportista profesional que ha compartido vestuario con algunos de los más grandes de la historia como Cristiano Ronaldo, y de estudioso de la sociedad en la que vive, es la que le ha llevado a lanzarse a la fundación de una empresa, Olocip, que utiliza la inteligencia artificial para analizar el fútbol.

“Cuando tú quieres fichar a un jugador lo que te estás preguntando realmente no es lo que ha hecho ese jugador, sino qué es lo que va a hacer si lo ficho. Y esa pregunta solo la puede responder un algoritmo predictivo, una inteligencia artificial” afirma Granero. En Olocip utilizan la tecnología aplicada en distintos terrenos: pueden analizar partidos en tiempo real para ayudar a los entrenadores a preparar los encuentros; o utilizar los datos de rendimiento de los jugadores para realizar una labor médica que permita prevenir lesiones y mejorar los rendimientos físicos; o elaborar estudios de jugadores basándose en estadísticas acumuladas; y, por supuesto, pueden intentar predecir si un fichaje será rentable o no, anticipando todo lo posible cómo será la adaptación de ese futbolista a su nuevo equipo, teniendo en cuenta no solo sus características, sino también las de sus compañeros y los equipos rivales.

Maldo ha estado con Esteban Granero y con sus especialistas de Olocip y les ha planteado la pregunta que se hace todo el mundo del fútbol: ¿triunfaría Kilyan Mbappé, la gran estrella del Paris Saint Germain, en el Real Madrid?

Según la publicación de la escuela de Medicina de la universidad de Harvard, una fobia es “es un miedo persistente, excesivo y poco realista a un objeto, persona, animal, actividad o situación. Es un tipo de trastorno de ansiedad. Una persona con fobia intenta evitar lo que provoca el miedo o lo soporta con gran ansiedad y angustia”. Y como el miedo es libre, el catálogo de fobias es extenso y variado. Nos son familiares aquellas más comunes, con las que convivimos habitualmente porque las padecemos o porque alguien a nuestro alrededor las sufre. Todos tenemos cerca a alguien que tiene cierta claustrofobia (miedo a los espacios cerrados), agorafobia (lo contrario, el temor a los espacios abiertos) o aracnofobia (las arañas pueblan muchas pesadillas). Menos frecuente es, sin embargo, tener coulrofobia (miedo a los payasos), ligirofobia (a los ruidos fuertes) o latrofobia (a ir al médico). La Organización Mundial de la Salud, sitúa en un 20% el porcentaje de la población del planeta que sufre algún tipo de fobia. Estos temores pueden ir desde una pequeña incomodidad que puede ser superada con cierto esfuerzo, hasta sensaciones de ansiedad y reacciones físicas que resultan inhabilitantes por completo para quienes las sufren, obligando a estas personas a cambiar su modo de vida drásticamente.

Para combatir estas fobias que enfrentamos día a día, los psicólogos han encontrado un aliado extraordinario en la tecnología a través de la realidad virtual. Hasta hace bien poco, los terapeutas trabajaban animando a sus pacientes a imaginar situaciones en las que enfrentaban sus temores. Ahora, sin embargo, es posible situarlos ante una recreación digital que, a través de unas gafas de VR, les permite experimentar de forma segura y acompañados por un profesional aquellas situaciones que les dan pánico. Una de las compañías pioneras y más avanzadas a nivel mundial dentro de estas nuevas terapias es la española Psious. A través de su plataforma online diseñada específicamente para la salud mental y una aplicación creada por psicólogos, se pueden tratar trastornos de ansiedad y fobias utilizando realidad virtual. Para comprobar de primera mano cómo funciona este entorno, Natalia Sprenger se ha ofrecido voluntaria para intentar superar su miedo a las alturas utilizando las terapias de Psious.

En un sorprendente cuento de E.T.A. Hoffmann, uno de los grandes precursores del género fantástico, el escritor y músico prusiano describía el asombro que un autómata causaba en la sociedad de su época “La gente se devanaba la cabeza para saber de qué medio se valdrían para la comunicación, y registraban en vano las paredes, la habitación de al lado, los enseres, en fin, todo. (…) remiraban por todos los lados el taburete y la mesita, y los golpeaban, incluso hasta llegaban a mirar al trasluz a la figura, observándola con gafas y lupas, hasta que cansados los mecánicos aseguraban que sólo el diablo sería capaz de decir algo acerca de aquel maravilloso mecanismo”. El cuento fue publicado en 1814, pero la sorpresa (y algo de terror) que provocaron siempre esas figuras encerradas en urnas se mantiene incluso hasta nuestros días. Atracciones de feria que, como el mago Zoltar de Big, pueden concedernos deseos o… hacernos un tratamiento para los juanetes. Lo segundo, claro, parece bastante menos sofisticado, pero hay una máquina llamada Chiropodist (podóloga) que permite introducir el pie en un agujero de su base y recibir una sorpresa. El inventor de esta curiosa autómata es Tim Hunkin, ingeniero, dibujante y divulgador británico cuya pasión por este tipo de entretenimientos le ha llevado a montar un peculiar local en Londres repleto de ellos. Pero, como cuenta en su página web, todo comenzó precisamente con la podóloga “me enganché a construir máquinas recreativas en la década de 1980, para Cabaret Mechanical Theatre en Covent Garden. El primero fue la podóloga, que tiene un orificio en la parte inferior para insertar el pie y recibir el tratamiento. En ese momento no estaba muy seguro de si alguien se quitaría el zapato, y mucho menos si introduciría el pie en un espacio oscuro desconocido… pero lo hicieron. De hecho, 20,000 personas lo hicieron cada año. Estaba emocionado por el dinero que conseguí, pero aún más emocionado de que la gente se sintiera atraída a seguir instrucciones extrañas para obtener el valor de su dinero. He sido adicto desde entonces”.

Joel Dalmau también ha introducido el pie en la curiosa recreativa que ahora se encuentra en Novalty Automation, el nuevo local de Hunkin, junto a muchas otras máquinas de arcade tan bizarras como la alfombra voladora o la autocacheadora. La mayoría de ellas han sido diseñadas y construidas por Hunkin en un verdadero alarde de imaginación y gusto por la diversión (la suya y la de quienes le visitan).

En un vídeo que acumula más de 52 millones de reproducciones en YouTube, un jovencísimo Madeon, uno de los DJ y productores más prestigiosos de la música electrónica actual, mezcla 39 canciones de pop que le gustan. Temas de Black Eyed Peas, Gorillaz o Coldplay sampleados por el artista francés (que entonces tenía solo 17 años, aunque ya llevaba varios en activo) se suceden en perfecta sincronía gracias a un curioso teclado, más parecido a un juguete que a un instrumento para los no habituados a la escena de los clubes y la música electrónica. La cuadrícula de 8×8 (64 teclas) responde el nombre de Launchpad y se ha vuelto omnipresente en la música actual puesto que permite lanzar clips de sonido, grabar loops, reproducir percusiones, mezclar y jugar con las luces al mismo tiempo. Esta pequeña maravilla del hardware musical está pensada para funcionar con un software que es también un clásico: el Ableton Live, un secuenciador de audio y MIDI.

Cuando uno ve en funcionamiento el Launchpad, interpretar música parece muy sencillo, porque en esa cajita de colorines entra una orquesta entera. Así fue como lo vivió Nus Cuevas, música y compositora, que lleva tiempo utilizándola: “Llegué al Launchpad porque después de conocer el mundo de los instrumentos tradicionales y de las composiciones de filarmónica, cuando veo una plataforma que lanza sonidos y colores me explota la cabeza”. Cuevas resalta además las posibilidades que ofrece el Launchpad para alguien que viene de la composición más clásica con un piano por ejemplo, o de la improvisación de jazz o blues, puesto que permite seguir accediendo a los instrumentos tradicionales pero con unas posibilidades “demenciales”.

Animado por sus innumerables prestaciones y su aparente facilidad, Alonso Trenado -quien asegura tener una capacidad musical oculta- ha intentado reproducir con el Launchpad y la ayuda de Nus Cuevas la Marcha Turca de Mozart. Y el resultado ha sido como esperábamos…

En la era del VAR y del big data para analizar cada uno de los movimientos de los jugadores durante un partido, los entrenamientos se han sofisticado hasta límites que aquellos futbolistas míticos de los noventa jamás habrían imaginado. Ya no es suficiente con trotar por el bosque o subir y bajar las gradas del estadio. Ahora en cualquier equipo de élite lo habitual es encontrarse a los futbolistas vistiendo un chaleco inteligente con GPS que permite a los preparadores físicos medir a través de una aplicación el esfuerzo, la distancia recorrida, los giros, la aceleración y otras variables para analizar y mejorar el rendimiento de los jugadores. Maldo, nuestro experto en deportes, ha estado entrenando junto al Leganés, uno de los equipos de la exigente Liga Santander para comprobar si, efectivamente, este tipo de dispositivos pueden ayudarte a rendir como un profesional.

En Ready Player One, la última película estrenada hasta la fecha de Steven Spielberg y basada en la novela homónima de Ernest Cline, la sociedad de un futuro muy cercano (el año 2045) prefiere la vida virtual que le ofrece un videojuego a la realidad. La propuesta no era nueva, claro, puesto que en el clásico de la ciencia ficción Matrix ya se había planteado directamente una distopía en la que la humanidad entera vive en una simulación hecha por ordenador; e incluso el siempre inquietante David Cronemberg había fantaseado en su marciana ExistenZ con un videojuego mitad digital mitad biológico que engancha peligrosamente a quien lo prueba. Son solo tres ejemplos de cómo la realidad virtual se ha filtrado en las ficciones cinematográficas, antes incluso de que las capacidades tecnológicas a nuestro alcance hicieran posible una recreación decente de mundos digitales.

Aunque las investigaciones en lo que denominamos realidad virtual se llevan desarrollando en el terreno militar desde hace varias décadas, y existen periféricos para el mercado doméstico etiquetados como tales también desde hace bastantes años, lo cierto es que la industria y las posibilidades de desarrollo de la realidad virtual son bastante recientes. Aunque, eso sí, la impaciencia generada por su crecimiento es directamente proporcional a las expectativas puestas en ella. “Si quieres tener un punto de vista esperanzador sobre la realidad aumentada y la realidad virtual, pregunta a una empresa que se dedique al espacio -escribía Peter Rubin el pasado mes de mayo en Forbes-. Si quieres obtener una mirada pesimista, pregunta a un inversor”. A pesar de esta dualidad en las opiniones, hay quien sigue apostando firmemente por la realidad virtual como Mark Zuckerbeg quien recientemente afirmo que los dispositivos de AR y VR iban a redefinir nuestra forma de relacionarnos con la tecnología en la próxima década.

Pero mientras llega esa instauración masiva, ya hay lugares en los que se puede disfrutar de forma lúdica de los mayores avances de la realidad virtual. Uno de los mejores es Zero Latency, empresa de origen australiano con espacios en 24 países y que pasa por tener los sistemas más avanzados. Tanto es así que la revista Wired, en un artículo publicado el pasado año, se preguntaba si la compañía era la salvación de la realidad virtual, destacando el carácter social de la experiencia que propone. Para comprobar si matar zombies con amigos es tan divertido como prometen, Alonso Trenado ha probado los juegos más adrenalínicos de Zero Latency. Y ha vuelto para contarlo…