Tambores de guerra entre las ‘telecos’ nacionales a costa de la banda ancha

Vodafone y Orange han de mover ficha y dudan entre acelerar la posible compra de Ono y Jazztel o endurecer la batalla legal contra Telefónica.

Fusión. Es la palabra de moda en el sector de las telecomunicaciones, y por varios motivos. El primero, porque la ya conocida oferta Movistar Fusión que Telefónica lanzó en octubre del 2012 ha hecho ‘pupa’ a sus principales competidores, fundamentalmente en la banda ancha, y les ha obligado a presentar ofertas similares… aunque su rentabilidad para las propias operadoras todavía esté por demostrar.
La segunda razón es que el deseado baile de operaciones corporativas en el viejo continente, perseguido por la Comisión Europea y deseado por los gigantes estadounidenses del sector, que ven cómo su mercado se les queda ‘pequeño’, puede tener un anticipo en España. No será, por lo que parece, un ‘musical’ en toda regla, pero si una pieza bastante movida e incluso armónica.
Si el negocio del cable en España fuera un puzle, cualquier profesional tendría claro qué dos piezas cambiar de lugar para que se viera mejor -o, según muchos, más grande- el dibujo final. Los dos principales operadores pseudonacionales -pues sus socios más significativos son fondos de capital riesgo sin más bandera que la mayor rentabilidad- de la banda ancha, Ono y Jazztel, pasarían a ser matrimonio formal de Vodafone y Orange, respectivamente.
El problema es que la primera ya tiene más novias y la segunda una pareja de conveniencia. Por Ono pujan, aunque aún no de forma oficial, la citada operadora británica y Liberty Global, el mayor operador de cable de EEUU. Ambos aspirantes, además, han cerrado en los últimos meses operaciones parecidas (también dentro de la banda ancha) tras la adquisición de la alemana Kabel y la inglesa Cable & Wireless, de un lado, y la holandesa Ziggo, de otro.
Pero el consejo de Ono es ambicioso. Consciente de lo cotizadas que están las firmas del cable -las francesas Numericable y Altice han saldado con éxito sus recientes salidas a Bolsa- quiere forzar la máquina e insiste en una ampliación de capital simultánea a su bautismo sobre el parquet. Con ello recortaría una deuda superior a los 3.300 millones de euros y lograría refinanciarse para eventuales aventuras.
No parece ir de farol en ello -de una forma u otra, los actuales socios piensan en vender sus participaciones a medio plazo-, pero en Ono cuentan con que Vodafone termine estirando su propuesta extraoficial de casi 7.000 millones de euros hasta el entorno incluso de los 8.500.
Vodafone, doble estrategia
Una inversión quizá demasiado grande, a priori, máxime después de que la firma británica haya optado por otra estrategia paralela para crecer en el cable: lograr que Telefónica, como operador dominante en el negocio de la banda ancha fija, abra su red a terceros sin limitaciones. En realidad, su objetivo es doble: que les alquile su servicio de fibra óptica con velocidades de 50 y 100 megas y, a la vez, que se la fuerce a poner unos precios ‘reales’ en sus ofertas convergentes añadidas.
Para ello, Vodafone la ha denunciado ante la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), pues fue su antecesor el que fijó un tope de 30 megas en la velocidad de banda ancha que debía ceder Telefónica. Y también a él le correspondería decidir si las tarifas bajas que ésta ofrece en sus paquetes combinados de fijo, móvil y banda ancha no vulneran la competencia, al aprovecharse con su antiguo monopolio del retraso en el despliegue de las redes de sus rivales.
Orange, filial de France Telecom, comparte esas quejas, pero no quiere acudir a la CNMC. Sus responsables piensan que sería difícil obtener medidas cautelares y la resolución final tardaría varios años. Pero es que, además, entre las denunciadas por Vodafone aparece Jazztel -pareja de conveniencia de Telefónica, con la que comparte redes fijas de fibra óptica para ahorrar costes-, precisamente la novia preferida por la operadora francesa si tuviera que reaccionar ante una posible venta de Ono.
Volvemos así a ese puzle donde las piezas, amén de encajar, tendrían un tamaño mayor. Porque Jazztel, como Ono, se deja querer por más pretendientes. En su caso aún no han salido más nombres, pero los inversores bursátiles los dan ya por descontados y han hecho que su cotización se revalorice un 30% en lo que llevamos de año y su capitalización alcance los 2.500 millones de euros.
De nuevo, una cifra que se antoja muy abultada ante ese baile de fusiones que va de boca a boca en el sector. Aunque dinero tienen, sobre todo Vodafone con los cerca de 95.000 millones de euros que obtendrá por la venta al grupo Verizon del 45% que tenía en su filial de ‘wireless’. Orange, por su parte, tiene el mandato desde París de no bajar del tercer podio del escalón en los mercados donde opera, por lo que ve con recelo los movimientos de su rival.
Y mientras, Telefónica copa la mitad del mercado de banda ancha (48%) y con 375 millones de euros anuales casi triplica los ingresos por ADSL del segundo operador con más negocio (Ono, con una cuota del 13%), por lo que Vodafone (7,6%) parece forzado a priori a iniciar el movimiento ante la atenta mirada de Orange (13,5%) y Jazztel (11,7%).

Fuente: La Rioja

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