Por Iván F. Lobo | 16-03-2016
Hay pocos manuales de psicología en los que aparezca el nombre de Jingles, aunque parece ser que su aportación en este campo resultó significativa durante algunos años en la década de los 60. Es lo que tiene ser un perro: que te ponen un nombre ridículo y tus méritos quedan eclipsados. O tal vez esta falta de galones se deba a que Jingles se limitó a hacer lo que se supone que hace un perro bonachón: jugar, dormir, comer y agitar el rabo cuando desea mostrar alegría. Eso fue suficiente para convertirse en el mejor ayudante que jamás hubiera soñado el psicoanalista Boris M. Levinson, precursor en el uso de animales en terapias. Lo que descubrió por casualidad con su perro cierto día en que uno de sus pacientes se adelantó y tuvo que atenderle con Jingles delante, terminó convirtiéndose en un caso pionero que más tarde documentaría en numerosos libros y trabajos. En uno de ellos escribió: “Creo que si entrenamos a las mascotas para acomodarse con niños autistas en su cuna o mientras todavía son bebés, proporcionándoles estimulación constante durante sus horas de paseo, podríamos mitigar la ansiedad de estos niños, ayudándoles a establecer un vínculo más firme con la realidad”.
Hoy la terapia asistida con animales está ampliamente aceptada y se utiliza con niños, ancianos y personas con distintas disfunciones psicológicas. Está comprobado incluso que pasar tiempo con mascotas disminuye la presión arterial, reduce el estrés, mejora la coordinación motriz e incluso reduce el riesgo de afecciones coronarias.
Un buen conocedor de todos estos beneficios, puesto que los ha estudiado y documentado, es Takanori Shibata quien, tras observar los efectos que los animales producían en distintos pacientes, se preguntó si estos podrían emularse utilizando robots. Así fue como nació Nuka, un bebé foca robótico, con forma de peluche y adorable dotado de una tecnología que responde con movimientos y sonidos a distintos estímulos. Interactuar con Nuka es beneficioso para personas con depresión, ansiedad o trastornos de comunicación, y así lo ha reconocido incluso la Agencia Estadounidense del Medicamento. Shibata, doctor en electrónica e ingeniería mecánica por la universidad de Nagoya, considera que los robots terapéuticos serán habituales en unos años. Deberemos estar preparados entonces para ver, en muy poco tiempo, pequeñas focas en los hospitales de medio mundo…
Texto: José L. Álvarez Cedena